El pulso se concentra en el Partido de los Trabajadores (PT), del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y el opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que han dominado la escena política nacional en los últimos años.
"Estas elecciones municipales deben reflejar la consolidación de fuerzas del PT y el PSDB que se da a nivel nacional. Cuanto más fuertes salgan de las disputas locales, más se acreditan para las presidenciales de 2010", dijo hoy a Efe la analista política María do Socorro Braga, profesora de la Universidad Federal de San Carlos.
En Sao Paulo, el mayor colegio electoral del país, la disputa de la alcaldía está centrada en la ex ministra y ex alcaldesa Marta Suplicy, del PT, y el ex gobernador Geraldo Alckmin, del PSDB.
La ex alcaldesa figura en las cábalas de algunos analistas como posible candidata presidencial, junto con la ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff.
Suplicy, que lidera las encuestas en Sao Paulo, tiene el apoyo de Lula, que se ha empeñado personalmente en esa campaña y en la del dirigente sindical Luiz Marinho a la alcaldía del vecino Sao Bernardo do Campo, donde nació el PT, pero que desde hace veinte años no elige un alcalde de ese partido.
El presidente confía en que la aprobación de su gestión, que en los últimos meses se ha mantenido alrededor del 70 por ciento, tenga un efecto de arrastre en las candidaturas de sus más cercanos amigos.
"La popularidad de Lula le sirve a algunos candidatos, como Suplicy, para reducir la tasa de rechazo que sus nombres generan en el electorado", opinó Braga.
Sin embargo, el apoyo presidencial a los candidatos del PT no es un común denominador en todo el país, pues se dan casos en los que, por conveniencia política, se mantiene al margen de algunas campañas o apoya a coaliciones de otros partidos.
Es el caso de Río de Janeiro, donde los principales candidatos buscan el apoyo de Lula, entre ellos el del PT, Alessandro Molon, que está en cuarto lugar en las encuestas con un ínfimo dos por ciento de las intenciones de voto.
La alcaldía de Río siempre le ha sido esquiva al PT y en esta ocasión las encuestas indican que se dirimirá en una segunda vuelta, el 26 de octubre, entre el ex pastor evangélico Marcello Crivella, del Partido Republicano Brasileño (PRB), y Eduardo Paes, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Ambos partidos son aliados del Gobierno, como también lo es el Partido Comunista do Brasil (PCdoB), que concurre a la alcaldía carioca con la diputada Jandira Feghali.
Además de la puja por el apoyo presidencial, la campaña política en Río ha estado marcada por la violencia del narcotráfico y bandas paramilitares que, según las autoridades, intentan crear "corrales electorales" para favorecer a determinados candidatos a concejales.
El ministro de Defensa, Nelson Jobim, anunció ayer que entre 450 y 990 soldados serán enviados a las calles de Río de Janeiro para garantizar el normal desarrollo de las elecciones, una demanda planteada hace varias semanas por el gobernador del estado, Sergio Cabral.
Un sueño del partido de Lula es volver a gobernar Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul, cuya alcaldía tuvo durante 16 años y perdió en las elecciones de 2004 con José Fogaza, del PMDB, pero el panorama no se le presenta muy promisorio.
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